eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Larga vida al pastor garafiano, el perro autóctono de La Palma

La raza estuvo al borde de la extinción pero ahora tiene garantizada su supervivencia gracias a cuatro décadas de labor de conservación

Un ejemplar de pastor garafiano, raza autóctona de perro de La Palma. REAL SOCIEDAD CANINA DE ESPAÑA

El pastor garafiano, originario de la isla de La Palma, es una de las razas que mejor aúna los valores que convierten a estas mascotas en el mejor amigo del ser humano. En su caso, además, ha desarrollado una función tradicional con los cabreros de Canarias: el pastoreo. La Asociación Española del Perro Pastor Garafiano lleva cuatro décadas trabajando en la conservación de esta raza autóctona palmera, promoviendo la crianza y el reconocimiento de los ejemplares como patrimonio genético y cultural del Archipiélago. Con ese objetivo, la entidad hace un llamamiento a los propietarios para que registren a sus perros y, de esta manera, facilitar su conservación.

Las demandas y peticiones de la Asociación motivaron a la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno de Canarias a modificar el estándar del pastor garafiano, publicado en el Boletín Oficial de Canarias (BOC) en el mes de abril. Los cruces con otras razas, como el pastor alemán o el podenco, lo llevaron al borde de la extinción. Sin embargo, los criadores han recuperado el genotipo escogiendo, para el cruce, a los ejemplares que cumplen con las características naturales de la raza.

Canes «muy nobles y leales»

Si existe una figura que entiende la biodiversidad y la importancia de la conservación y recuperación de las especies de las Islas es Juan Capote. El biólogo, investigador, veterinario y presidente de la Federación de Razas Autóctonas de Canarias (Faracan), asegura que los pastores garafianos son perros «muy nobles y leales» que «cuidan del ganado caprino». Su apariencia física es de tamaño mediano con rasgos similares a los lobos, tales como el hocico alargado y las orejas erectas.

El padre de la raza

Capote sostiene que el verdadero alma mater de la conservación es Antonio Manuel Díaz Rodríguez. «El padre de la raza», como le gusta recordarlo, distribuyó entre diferentes familias 1.050 cachorros a lo largo de su vida con el único objetivo de evitar su extinción. «A pesar de que el peligro era inminente y la raza casi desaparece», Capote afirma que «el grupo que han conformado en la Asociación es muy dinámico y han conseguido identificar más de cien ejemplares». No obstante, calculan que el número en Canarias es muy superior. El investigador comenta que escoger el nombre más adecuado en los años ochenta tampoco fue una tarea fácil. Su grupo de amigos decidió hacer una serie de encuestas a los ganaderos de la Isla Bonita para saber cómo era el perro antiguo. Ellos lo llamaban «perro lobo», pero esa opción fue descartada porque era «muy genérica». Así que «lo nombramos pastor garafiano porque la Villa de Garafía era el lugar donde más ejemplares puros se concentraban en aquella época».

A partir de aquella encuesta crearon un estatus racial. En la actualidad, una de las líneas de actuación de la Asociación es entrar en la Organización Canina Mundial (FCI), según explica Capote. Para ello, «estamos en un programa de cría con más de 50 ejemplares que consideramos ideales». Añade que están dirigiendo los cruces con el «beneplácito» de los propietarios y socios, de tal forma que se puedan cumplir los requisitos de la FCI.

La Real Sociedad Canina de España no solo tiene reconocido al pastor garafiano como raza autóctona, sino también al presa canario, al pastor majorero y al podenco canario. No obstante, Capote hace hincapié en las diferencias con el lobo herreño, que se centran en su función como pastor. El lobo herreño dirige a los rebaños de ovejas, mientras que el pastor garafiano se encarga de guiar a las cabras «por los riscos y con cierta calma», siendo capaz de volver atrás.

No es un perro de pasarela

«La Asociación no quiere crear un perro para la pasarela», matiza. Defiende que la belleza de este animal debe estar ligada al pastoreo, que les permitía recorrer las costas, barrancos y cumbres de La Palma al tiempo que fortalecían su musculatura. «Tampoco nos gusta llamarlos concursos de belleza, sino concursos morfológicos porque intentamos promocionar una morfología útil», asevera.

Sin embargo, el pastor garafiano ha cobrado gran importancia como animal de compañía, por lo que Capote advierte de que «un piso no es un lugar para tener a estos perros, sino que necesitan un lugar con espacio donde sentirse libres, como un jardín o un patio». Añade que las personas que no puedan tener este animal en sus hogares tienen otras alternativas. Hacerse miembro de esta Asociación, participar en los foros o asistir a las exposiciones también preserva el patrimonio genético de los canes de Canarias.

El estudio del Instituto de Investigaciones Agrarias

La labor de conservación también ha sido posible gracias al apoyo del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), adscrito a la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca, que ha colaborado en el reconocimiento de las razas autóctonas de Canarias y en el estudio del pastor garafiano. El biólogo e investigador Juan Capote señala que el Cabildo de La Palma contribuye económicamente con la Asociación en el impulso de algunos eventos y actividades para dar a conocer la raza y que no se pierda la tradición. El compromiso del ICIA con la recuperación comenzó con el reconocimiento de los canes. Este paso es fundamental para preservar a los pastores garafianos, además de que se requiere un censo adecuado, un estudio genético, morfológico e histórico y una propuesta de gestión genética y de estándar racial. Este último requisito es la base para mantener las características originarias del pastor garafiano.

Compartir el artículo

stats