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HISTÓRICO
El país no sabe lo que tiene en sus palmas
  • El país no sabe lo que tiene en sus palmas | Palma de cera en el valle del Cocora, Quindío, emblema nacional amenazado. FOTO HENRY AGUDELO
    El país no sabe lo que tiene en sus palmas | Palma de cera en el valle del Cocora, Quindío, emblema nacional amenazado. FOTO HENRY AGUDELO
POR RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ | Publicado

Ningún grupo de plantas presta tanto servicios al hombre como las palmas y aunque en Colombia hay 250 especies en general han sido despreciadas.

Es el tercer país con más especies. De esas, 47 se encuentran amenazadas y 8 en peligro crítico, en particular el mararay de San Carlos (Aiphanes leiostachys ) "hermosa palmita espinosa de tres metros de altura de la que se conocen solo ocho ejemplares en un relicto de bosque en el municipio de San Carlos, Antioquia".

Lo expresa Rodrigo Bernal, investigador líder, junto a Gloria Galeano, del Grupo de Investigación en Palmas Silvestres, de la Universidad Nacional en Bogotá. Él es de las pocas personas que conoce y habla del tema con propiedad.

La evaluación del estado según los parámetros de la UICN está actualizada a este año, tras haber sido elaborada en 1987 y revisada en 2005.

¿Para qué sirven?
Bernal, quien es además el coordinador del Catálogo de Plantas de Colombia que está en su fase final, dice que "las palmas son una de las tres familias de plantas más útiles para la humanidad, junto con las gramíneas (familia del maíz, trigo y todos los cereales) y las leguminosas (familia del fríjol, la soya, la lenteja y la mayoría de los granos)".

Pese a ello solo tres se cultivan a gran escala en el planeta: la palma africana (Elaeis guineensis ); el cocotero (Cocos nucifera ); y la palma de dátil (Phoenix dactylifera ).

Unas pocas son cultivadas en diversas regiones, como el chontaduro, y el betel en la India, un alcaloide estimulante.

En los mercados locales colombianos se comercializan algunas, como las semillas de la palma de corozo o mararay (Aiphanes horrida ) o las escobas que se fabrican con las hojas de diversas especies, pero otras van a los mercados nacionales o internacionales como los palmitos de naidí (Euterpe oleracea ), que se extraen de poblaciones silvestres de la Costa Pacífica. "Este último es la principal fuente de divisas para el país a partir de nuestras palmas silvestres".

Una buena familia
Más allá de los usos comerciales, es en el plano local y doméstico donde más servicios prestan. En Palmas de Colombia, Bernal y Galeano hacen un resumen. Se han documentado 120 usos, entre ellos:

Cunas tejidas con tallos flexibles de la matamba (Desmoncus cirrhifer ), ataúdes fabricados con el tallo ahuecado de la bombona del Chocó, y las hojas de maraya (Geonoma orbignyana ) en las coronas fúnebres de Bogotá.

En las áreas rurales parte de la vida cotidiana depende de las palmas: para puentes y cercas, pisos, paredes y techos, hamacas y esteras, cerbatanas, arcos y dardos, trampas y arpones para la pesca, trapiches para sacar el guarapo de caña, además de canastos, escobas, atizadores del fuego y molinillos; sombreros, abanicos y los musengues para espantar moscas; máscaras, collares y los trajes ceremoniales; las marimbas del Pacífico y las guacharacas del Caribe; pitos y trompos con los que juegan los niños.

Se obtienen de ellas frutos, nueces y palmitos para comer, aceites para cocinar, bebidas refrescantes y alimenticias, chicha para las fiestas, larvas de escarabajos como una delicadeza de la selva, y sal para mezclar con la pasta de tabaco concentrado.

La palma milpesos, por ejemplo, ha sido importante para alimentar etnias de la región amazónica y en el Pacífico, mientras el asaí y el naidí no solo son alimenticios sino antioxidantes. Y en el Caribe el corozo de lata o uva de lata produce frutos jugosos y nutritivos, pero está siendo acabado por la ampliación de la frontera agropecuaria.

"Las palmas constituyen un recurso importantísimo para el desarrollo sostenible del país, pero un recurso que ha sido sistemáticamente menospreciado por la sociedad y, en muchos casos, mal manejado", concluye Bernal.

Una historia ya conocida.

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