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Un estudio desvela cómo las gigantescas proporciones del castillo soriano de Gormaz lo convertían en indefendible

Los arqueólogos excavan la mayor fortaleza altomedieval de Europa y demuestran que en el siglo XIV se levantó otra más pequeña en su interior para hacer frente de forma efectiva a los ataques

Silueta del castillo de Gormaz, en la provincia de Soria.
Silueta del castillo de Gormaz, en la provincia de Soria. ANA NÚÑEZ AGUDO

Era una fortaleza tan enorme ―sus murallas se alargaban 1,2 kilómetros flanqueadas por 28 grandes torres― que sus ocupantes en el siglo XIV decidieron levantar un castillete, de menores dimensiones, en su interior porque no podían abarcar todo su perímetro defensivo. La sorprendente fortificación de Gormaz (Soria), la más grande de las construidas en el siglo X en Europa, ha caído bajo la lupa de los expertos Manuel Ángel Hervás (Baraka Arqueólogos) y Manuel Retuerce (Universidad Complutense de Madrid), que en el estudio La intervención arqueológica de 2022 en el patio de armas de la fortaleza de Gormaz, publicado por la revista Mantua, han destapado aspectos totalmente desconocidos de esta mole pétrea levantada por el califa Abderramán III para defender la frontera norte de Al-Ándalus. Han desvelado, por ejemplo, que dadas sus gigantescas proporciones su defensa resultaba sumamente complicada, a pesar de levantarse sobre un escarpado cerro de 130 metros de altura. Como se necesitaban abundantes tropas en su interior para cubrir todo su perímetro, fue tomado sucesivamente por cristianos y andalusíes. Las excavaciones han proporcionado, además, el hallazgo de numerosos objetos militares y de la vida cotidiana de sus sucesivos moradores, entre ellos monedas medievales cristianas, una brigantina (coraza) del siglo XIV o XV o cerámica islámica.

La impresionante edificación militar de Gormaz se levanta sobre un cerro amesetado largo y estrecho. Desde su altura, se distingue el río Duero por el sur, oeste y norte. Su excepcional ubicación permite distinguir en lontananza toda la comarca, incluyendo el Moncayo, los Picos de Urbión y el Sistema Central en los días despejados. Fue construida sobre una primera fortificación emiral de tierra y se convirtió en “cabeza de puente” y epicentro de la defensa de la frontera contra los pujantes reinos de Navarra y Castilla. Se caracteriza fundamentalmente por su particular configuración, que se adapta con precisión a la abrupta topografía irregular del otero. Es visitable ―conserva la alcazaba, torres, puertas califales y muros de más de 10 metros de altura― y a sus pies se alza un pequeño centro de interpretación del románico, ya que toda esta parte de la provincia de Soria luce numerosas iglesias de este periodo histórico.

Puerta califal de la fortaleza. Al fondo, la vega del Duero.
Puerta califal de la fortaleza. Al fondo, la vega del Duero. ANA NÚÑEZ AGUDO

Con el califa Al-Hakam II (915-976) conoció uno de los periodos de mayor esplendor. Pero entre 940 y 965 fue ocupado por los cristianos, que lo perdieron a continuación ante las tropas musulmanas del general Galib. En 1047, fue conquistado de nuevo por Fernando I de Castilla. Su primer alcaide fue Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador(1081). En el siglo XIV, a causa de las guerras civiles entre Pedro I y sus hermanos, se reforzaron distintas zonas y se le añadieron almenas prismáticas. Con los Reyes Católicos se convirtió en cárcel.

Los arqueólogos analizaron el año pasado 114 metros cuadrados de su superficie y profundizaron hasta los 1,91 metros en el sector central de la fortaleza, el área que se sitúa entre el patio de armas y el alcázar. Los resultados han confirmado tanto la fase de construcción emiral de tierra como la califal, de mampostería y sillarejo, así como una tercera que se extiende en el interior de la fortaleza y que se corresponde a otro castillo más pequeño y cuadrangular levantado por los cristianos.

Vista del castillo desde la carretera de entrada a Gormaz.
Vista del castillo desde la carretera de entrada a Gormaz. ANA NÚÑEZ AGUDO

“La nueva intervención arqueológica ha documentado modificaciones de gran calado en la estructura defensiva del recinto, acometidas en el contexto de las guerras civiles castellanas del siglo XIV”, señala el estudio. “Dichas reformas son legibles no solo en el interior del área excavada, sino también en los restos de muro de su entorno, pues se identificaron varias reformas, tanto en el sistema de acceso al interior de la fortaleza desde el sur como en la distribución interna del sector central, con nuevos edificios de carácter defensivo intramuros y con una gran torre interior”, detalla Manuel Retuerce.

Vista de la sala de armas del castillo desde el interior de una de las torres.
Vista de la sala de armas del castillo desde el interior de una de las torres. ANA NÚÑEZ AGUDO

Todas estas edificaciones configuran un cuadrilátero de alrededor de 60 metros de largo por unos 30 de ancho, con dos torres, una en el sureste y otra en noreste, “lo que remarca su vocación defensiva”. Un muro cerraba transversalmente todo el espacio. “Como hipótesis de trabajo a contrastar en futuras intervenciones, planteamos la posibilidad de que dichas estructuras se correspondan con recintos defensivos interiores, a modo de atajos, construidos en el siglo XIV para facilitar la defensa de la plaza durante alguna de las guerras civiles libradas entonces. Es posible que las tropas acantonadas en el interior no fuesen lo suficientemente numerosas como para garantizar por sí mismas la defensa de todo el perímetro amurallado y que, en consecuencia, se tomase la decisión de sectorizar el espacio intramuros por medio de recintos defensivos internos más pequeños”, indica Retuerce.

Además, al excavar los arqueólogos hallaron, entre otros objetos, el borde de una urna celtibérica ―lo que atestigua una ocupación bimilenaria del cerro―, un ataifor (plato) de época califal, cazuelas, una moneda de época de Fernando IV (1295-1312) acuñada en Cuenca, otra de Alfonso X (1221-1284), fragmentos de ollas y cazuelas cristianas del siglo XIII, importantes cantidades de huesos de ovicápridos y bóvidos, dos escápulas de bóvido con letras grabadas en árabe, fragmentos de cerámica como ollas, tapaderas, jarros vertedores, jarritos, cántaros, cantarillos y escudillas de adscripción cultural cristiana (siglos XIII y XIV), así como dardos de ballesta, clavos, pasadores y placas de hierro. Además de todos esos materiales, destacan los expertos, se recuperaron dos placas de una brigantina de entre los siglos XIV y XV.

Moneda del reinado de Alfonso X hallada en el castillo de Gormaz.
Moneda del reinado de Alfonso X hallada en el castillo de Gormaz.

De los 393 testimonios cerámicos inventariados, la gran mayoría (305, el 77,6% del total) posee una cronología bajomedieval, del siglo XIV o XV. Anteriores a este periodo se localizaron cinco fragmentos de la Edad del Bronce (1,27%), uno de la del Hierro (0,25%), 24 celtibéricos (6,10%), un fragmento de terra sigillata hispánica (0,25%), otro posiblemente de época visigoda (0,25%), 13 andalusíes y 43 de los siglos XIII y XIV.

En definitiva, concluye el estudio, se ha podido documentar en el interior de la fortaleza “la fachada oriental de un edificio de grandes proporciones, de naturaleza defensiva, construido en el siglo XIV, intramuros del recinto islámico precedente, a modo de atajo o sectorización de este último, y del que hasta el momento no se tenía ninguna referencia”. Porque el castillo era de tales proporciones, pensaron sus moradores, que uno más pequeño lo haría más defendible. Y dieron en la diana. Nadie volvió a tomarlo.

Fuente: El País/Vicente G. Olaya.

Una apasionante ruta por el patrimonio español en peligro de desaparecer

Patrimonio Español

Tomando como punto de partida los más de 1.180 monumentos incluidos en la Lista Roja de Hispania Nostra, la historiadora del arte Raquel Álvarez publica el libro ‘101 monumentos que tus hijos, tal vez, ya no verán’. La también cofundadora de Alva Cultural selecciona para ‘El Viajero’ 11 de estos lugares que merecen una visita.

Hace aproximadamente un año, a la historiadora del arte Raquel Álvarez le llegó un encargo que iba muy en línea con su trabajo: escribir una guía de patrimonio abandonado o destruido para la colección 'Simply Travellers' de Alhenamedia, dirigida a un viajero comprometido que busca una escapada diferente. "Me encantó el proyecto", recuerda la autora, que utilizó, como punto de partida, los 1.183 monumentos (el número se actualiza continuamente) incluidos en la Lista Roja de Hispania Nostra, asociación en defensa y promoción del patrimonio cultural y natural de la que Álvarez es delegada en la Comunidad Valenciana. De su trabajo llegó el libro '101 monumentos que tus hijos, tal vez, ya no verán. "Lo del 'tal vez' lo incluí yo, intento ser optimista", explica por teléfono. En la guía se pueden encontrar monumentos protegidos y otros que, directamente, no están amparados por ninguna figura de protección, como el convento de Nuestra Señora de los Ángeles en Híjar (Teruel), un claro ejemplo de cómo las piedras cuentan la historia de un territorio. “Se trata de una iglesia del siglo XVII que debe gran parte de su deterioro a los daños sufridos durante la Guerra Civil, aunque también a la falta de conservación y mantenimiento”, detalla Álvarez. Para la historiadora del arte, los principales enemigos del patrimonio son el desconocimiento y la desidia. “Mi objetivo es concienciar, que la gente aprenda a ver el patrimonio como parte de nuestra cultura, historia y tradiciones, un legado que nos permite conocer de dónde venimos y lo que somos”, explica. “Esta guía pretende ayudar a conservarlo para las siguientes generaciones”, añade.

1. Hace aproximadamente un año, a la historiadora del arte Raquel Álvarez le llegó un encargo que iba muy en línea con su trabajo: escribir una guía de patrimonio abandonado o destruido para la colección ‘Simply Travellers’ de Alhenamedia, dirigida a un viajero comprometido que busca una escapada diferente. «Me encantó el proyecto», recuerda la autora, que utilizó, como punto de partida, los 1.183 monumentos (el número se actualiza continuamente) incluidos en la Lista Roja de Hispania Nostra, asociación en defensa y promoción del patrimonio cultural y natural de la que Álvarez es delegada en la Comunidad Valenciana. De su trabajo llegó el libro ‘101 monumentos que tus hijos, tal vez, ya no verán. «Lo del ‘tal vez’ lo incluí yo, intento ser optimista», explica por teléfono. En la guía se pueden encontrar monumentos protegidos y otros que, directamente, no están amparados por ninguna figura de protección, como el convento de Nuestra Señora de los Ángeles en Híjar (Teruel), un claro ejemplo de cómo las piedras cuentan la historia de un territorio. “Se trata de una iglesia del siglo XVII que debe gran parte de su deterioro a los daños sufridos durante la Guerra Civil, aunque también a la falta de conservación y mantenimiento”, detalla Álvarez. Para la historiadora del arte, los principales enemigos del patrimonio son el desconocimiento y la desidia. “Mi objetivo es concienciar, que la gente aprenda a ver el patrimonio como parte de nuestra cultura, historia y tradiciones, un legado que nos permite conocer de dónde venimos y lo que somos”, explica. “Esta guía pretende ayudar a conservarlo para las siguientes generaciones”, añade.

MARISA HERRERA

La selección final del libro la realizó tras un proceso de investigación, gracias a su propia experiencia, a la documentación de Hispania Nostra y a los técnicos de la empresa Alva Cultural, de la que es cofundadora. El texto de la guía, ameno y didáctico, está trufado de anécdotas y curiosidades, y estructurado en torno a una entradilla introductoria de cada lugar y tres epígrafes que recogen su historia, su presente y si hay en marcha algún plan de rehabilitación. Gracias a ellos descubrimos que el castillo de Davalillo en San Asensio (La Rioja), de los siglos XII y XIII, es un Bien de Interés Cultural (BIC) con riesgo de derrumbe y de propiedad privada. Álvarez recuerda que “los propietarios tienen obligaciones sobre su conservación y las Administraciones deben garantizarla, cualquiera que sea su régimen jurídico y titularidad”. Como noticia más reciente, “se sabe que bodegas CVNE adquirió el castillo en 2019; queremos confiar en que los nuevos propietarios tengan pensado poner en marcha un proyecto para rehabilitarlo y quién sabe si darle un nuevo uso”.

2. La selección final del libro la realizó tras un proceso de investigación, gracias a su propia experiencia, a la documentación de Hispania Nostra y a los técnicos de la empresa Alba Cultural, de la que es cofundadora. El texto de la guía, ameno y didáctico, está trufado de anécdotas y curiosidades, y estructurado en torno a una entradilla introductoria de cada lugar y tres epígrafes que recogen su historia, su presente y si hay en marcha algún plan de rehabilitación. Gracias a ellos descubrimos que el castillo de Davalillo en San Asensio (La Rioja), de los siglos XII y XIII, es un Bien de Interés Cultural (BIC) con riesgo de derrumbe y de propiedad privada. Álvarez recuerda que “los propietarios tienen obligaciones sobre su conservación y las Administraciones deben garantizarla, cualquiera que sea su régimen jurídico y titularidad”. Como noticia más reciente, “se sabe que bodegas CVNE adquirió el castillo en 2019; queremos confiar en que los nuevos propietarios tengan pensado poner en marcha un proyecto para rehabilitar y quién sabe si darle un nuevo uso”.

NORADOA – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

Con su estética entre romántica y modernista, el Parque Enciclopédico del Pasatiempo (Betanzos, A Coruña) emana una belleza decadente que invita a recorrer todos sus vericuetos. La construyó un indiano que, a finales del siglo XIX, regresó desde Argentina a su Galicia natal con mucho dinero y ganas de dar a conocer la historia mundial recreando lugares importantes del planeta. ”Fue el precursor de los parques temáticos”, afirma Álvarez, que describe el enorme conjunto como una “caja de sorpresas en la que vas entrando en minimundos”. Hay espacios más religiosos, y otros dedicados a los animales. “Actualmente, existe un plan de conservación del jardín histórico para establecer los criterios de su mantenimiento, restauración, interpretación y difusión”, destaca como buena noticia.

3. Con su estética entre romántica y modernista, el Parque Enciclopédico del Pasatiempo (Betanzos, A Coruña) emana una belleza decadente que invita a recorrer todos sus vericuetos. La construyó un indiano que, a finales del siglo XIX, regresó desde Argentina a su Galicia natal con mucho dinero y ganas de dar a conocer la historia mundial recreando lugares importantes del planeta. ”Fue el precursor de los parques temáticos”, afirma Álvarez, que describe el enorme conjunto como una “caja de sorpresas en la que vas entrando en minimundos”. Hay espacios más religiosos, y otros dedicados a los animales. “Actualmente, existe un plan de conservación del jardín histórico para establecer los criterios de su mantenimiento, restauración, interpretación y difusión”, destaca como buena noticia.

PEIZAIS – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

La ciudad romana de Acinipo (Ronda, Málaga), un yacimiento que describe como impresionante —“puede serlo más, puesto que solo se ha excavado un 1%”—, soporta maleza y a cabras y ovejas pastando entre las ruinas. “No es un caso único, me he encontrado vacas guardadas en el claustro de un monasterio”, apunta Álvarez, que en la guía avanza que la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Ronda y la Universidad de Málaga quieren unir fuerzas para conservarlo este enclave histórico. “La Lista Roja de Hispania Nostra es dinámica, así que lo mismo que hay monumentos que entran, otros pueden salir, y hasta optar a los Premios Europa Nostra por una rehabilitación magnífica”, precisa con un optimismo incansable. Así ha ocurrido con la Real Fábrica de Hojalata de San Miguel de Ronda, en Júzcar, a unos 40 minutos en coche de Acinipo.

4. La ciudad romana de Acinipo (Ronda, Málaga), un yacimiento que describe como impresionante —“puede serlo más, puesto que solo se ha excavado un 1%”—, soporta maleza y a cabras y ovejas pastando entre las ruinas. “No es un caso único, me he encontrado vacas guardadas en el claustro de un monasterio”, apunta Álvarez, que en la guía avanza que la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Ronda y la Universidad de Málaga quieren unir fuerzas para conservarlo este enclave histórico. “La Lista Roja de Hispania Nostra es dinámica, así que lo mismo que hay monumentos que entran, otros pueden salir, y hasta optar a los Premios Europa Nostra por una rehabilitación magnífica”, precisa con un optimismo incansable. Así ha ocurrido con la Real Fábrica de Hojalata de San Miguel de Ronda, en Júzcar, a unos 40 minutos en coche de Acinipo.

MEGAPIXELES.ES – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

El libro es una guía turística y, como tal, dedica el último apartado de cada monumento a destacar planes y lugares reseñables por los alrededores. Tras recomendar la visita al Arco de Jamete de la catedral de Cuenca, obra maestra del Renacimiento, aquejada del mal de la piedra por quedar durante mucho tiempo a la intemperie (la torre cayó en 1902, destrozando la cubierta), propone explorar el museo de arte contemporáneo Espacio Torner, en la iglesia de San Pedro, Premio Europa Nostra. Otra de sus propuestas es acercarse al parque temático natural de la Ciudad Encantada (a 30 minutos en coche de la ciudad), especialmente si se viaja con niños. “También podemos disfrutar de la ciudad romana de Valeria, recorrer las Torcas de los Palancares y las lagunas de Cañada del Hoyo, conocer la ciudad romana de Segóbriga o el castillo de Priego, o emprender una excursión al monasterio de Uclés”, invita Álvarez.

5. El libro es una guía turística y, como tal, dedican el último apartado de cada monumento a destacar planes y lugares reseñables por los alrededores. Tras recomendar la visita al Arco de Jamete de la catedral de Cuenca, obra maestra del Renacimiento, aquejada del mal de la piedra por quedar durante mucho tiempo a la intemperie (la torre cayó en 1902, destrozando la cubierta), propone explorar el museo de arte contemporáneo Espacio Torner, en la iglesia de San Pedro, Premio Europa Nostra. Otra de sus propuestas es acercarse al parque temático natural de la Ciudad Encantada (a 30 minutos en coche de la ciudad), especialmente si se viaja con niños. “También podemos disfrutar de la ciudad romana de Valeria, recorrer las Torcas de los Palancares y las lagunas de Cañada del Hoyo, conocer la ciudad romana de Segóbriga o el castillo de Priego, o emprender una excursión al monasterio de Uclés”, invita Álvarez.

SANTI RODRIGUEZ – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

Existe una resolución de 2006 de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales con la autorización para convertir el monasterio cisterciense de Santa María de Monfero, en A Coruña, en un hotel de lujo. La actuación no salió adelante debido a la crisis económica, pero Álvarez confía en algún proyecto parecido para ayudar a conservar el que fue uno de los conjuntos monásticos más poderosos y prósperos de Galicia, fundado en época altomedieval, en el siglo XII. “Este tipo de inversiones están muy bien siempre que sus impulsores se dejen guiar por los expertos para acometer una rehabilitación correcta y bien orientada”, apostilla. La iglesia está en buen estado (se ha realizado alguna restauración), pero el resto de las dependencias se encuentra en un grave estado de abandono.

6. Existe una resolución de 2006 de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales con la autorización para convertir el monasterio cisterciense de Santa María de Monfero, en A Coruña, en un hotel de lujo. La actuación no salió adelante debido a la crisis económica, pero Álvarez confía en algún proyecto parecido para ayudar a conservar el que fue uno de los conjuntos monásticos más poderosos y prósperos de Galicia, fundado en época altomedieval, en el siglo XII. “Este tipo de inversiones están muy bien siempre que sus impulsores se dejen guiar por los expertos para acometer una rehabilitación correcta y bien orientada”, apostilla. La iglesia está en buen estado (se ha realizado alguna restauracion), pero el resto de las dependencias se encuentra en un grave estado de abandono.

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El puente romano de Alcántara (Cáceres), construido a principios del siglo II por el arquitecto Cayo Julio Lacer para salvar el cauce del río Tajo y como vía secundaria de las calzadas romanas en la península Ibérica, es tan funcional que hoy en día pasa por él una carretera con tránsito incluso de camiones. ”No fue diseñado para soportar el peso de los actuales vehículos de gran tonelaje, y eso está dañando su estructura”, lamenta Álvarez, que resalta la importancia de una obra de ingeniería civil “que se sigue utilizando para aquello para lo que fue pensada”. En 2018 se presentó el proyecto de un nuevo puente que cruzaría paralelo al histórico y permitiría desviar el tráfico; la intervención incluiría un centro de interpretación con paseos peatonales para poner en valor el puente antiguo. Pero las obras se encuentran, de momento, paradas.

7. El puente romano de Alcántara (Cáceres), construido a principios del siglo II por el arquitecto Cayo Julio Lacer para salvar el cauce del río Tajo y como vía secundaria de las calzadas romanas en la península Ibérica, es tan funcional que hoy en día pasa por él una carretera con tránsito incluso de camiones. ”No fue diseñado para soportar el peso de los actuales vehículos de gran tonelaje, y eso está dañando su estructura”, lamenta Álvarez, que resalta la importancia de una obra de ingeniería civil “que se sigue utilizando para aquello para lo que fue pensada”. En 2018 se presentó el proyecto de un nuevo puente que cruzaría paralelo al histórico y permitiría desviar el tráfico; la intervención incluiría un centro de interpretación con paseos peatonales para poner en valor el puente antiguo. Pero las obras se encuentran, de momento, paradas.

DOLUNAY_SARA – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

Uno de los criterios que ha seguido Álvarez para la confección de su guía ha sido reseñar monumentos que no impliquen riesgos para sus visitantes, pero que tampoco se vean afectados por la afluencia de turistas. “Mucho patrimonio sufre patologías complejas, y una visita no es lo más beneficioso”, apunta justificando su decisión. No es ninguno de los dos casos, por ahora, el del antiguo cargadero de mineral de Dícido, en la cántabra Castro Urdiales, pese a la herrumbrosa fragilidad que aparenta. Dice la experta que el pilote se mantiene firme, pero sí existe un problema grave de oxidación y corrosión de la pasarela a la que sustenta. Si no se soluciona, asegura, podría provocar que la estructura se derrumbara y desapareciera bajo el mar. “Actuar para que esto no ocurra es defender no solo el patrimonio cultural, sino también el natural”, señala. Este cargadero, creado para trasladar el hierro y otros materiales extraídos de las minas del entorno de Mioño hasta los barcos, funcionó hasta la década de los setenta y fue clausurado en 1986.

8. Uno de los criterios que ha seguido Álvarez para la confección de su guía ha sido reseñar monumentos que no impliquen riesgos para sus visitantes, pero que tampoco se vean afectados por la afluencia de turistas. “Mucho patrimonio sufre patologías complejas, y una visita no es lo más beneficioso”, apunta justificando su decisión. No es ninguno de los dos casos, por ahora, el del antiguo cargadero de mineral de Dícido, en la cántabra Castro Urdiales, pese a la herrumbrosa fragilidad que aparenta. Dice la experta que el pilote se mantiene firme, pero sí existe un problema grave de oxidación y corrosión de la pasarela a la que sustenta. Si no se soluciona, asegura, podría provocar que la estructura se derrumbara y desapareciera bajo el mar. “Actuar para que esto no ocurra es defender no solo el patrimonio cultural, sino también el natural”, señala. Este cargadero, creado para trasladar el hierro y otros materiales extraídos de las minas del entorno de Mioño hasta los barcos, funcionó hasta la década de los setenta y fue clausurado en 1986.

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El conjunto de ruinas del Real Monasterio de Santa María de la Murta (Alzira, Valencia) abarca distintos periodos históricos, desde que un grupo de eremitas se asentó en el valle de la Murta allá por el año 568 y terminó fundando un convento, arrasado en periodo musulmán. Sobre el primitivo se alzaría otro, en 1357; en los siglos XVI y XVII se renovaría el claustro, se dio forma a la nueva iglesia y se erigió la torre de las Palomas, con almenas frente a los ataques de moriscos, piratas y bandoleros. La almazara y la antigua hospedería son de finales del XIX. Saqueado y abandonado a partir de 1835, en 1989 lo adquirió el Ayuntamiento de Alzira, y fue declarado BIC en 2002. “Hay que consolidar las ruinas, y emprender trabajos de restauración y rehabilitación. El muro de cierre tiene un importante apuntalamiento”, advierte la autora, que resalta el espectacular y frondoso entorno natural en el que se enclava, en la comarca de la Ribera Alta valenciana.

9. El conjunto de ruinas del Real Monasterio de Santa María de la Murta (Alzira, Valencia) abarca distintos períodos históricos, desde que un grupo de eremitas se asentó en el valle de la Murta allá por el año 568 y terminó fundando un convento, arrasado en periodo musulmán. Sobre el primitivo se alzaría otro, en 1357; en los siglos XVI y XVII se renovaría el claustro, se dio forma a la nueva iglesia y se erigió la torre de las Palomas, con almenas frente a los ataques de moriscos, piratas y bandoleros. La almazara y la antigua hospedería son de finales del XIX. Saqueado y abandonado a partir de 1835, en 1989 lo adquirió el Ayuntamiento de Alzira, y fue declarado BIC en 2002. “Hay que consolidar las ruinas, y emprender trabajos de restauración y rehabilitación. El muro de cierre tiene un importante apuntalamiento”, advierte la autora, que resalta el espectacular y frondoso entorno natural en el que se enclava, en la comarca de la Ribera Alta valenciana.

RICARDO FERRANDO – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

Patrimonio Español

10. El libro está dividido por comunidades autónomas y cuenta con una representación lo más equitativa posible de todas las provincias de España, en función del número total de monumentos de la Lista Roja que tiene cada una. En la localidad navarra de Orbaizeta, Álvarez denuncia el estado de deterioro de la Real Fábrica de Armas. “Era una pequeña ciudad, con partes para la fabricación y zonas de viviendas”, describe. “Una joya de la arqueología industrial, uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial del siglo XVIII”, remacha. Las casas se encuentran en buen estado, gracias al esfuerzo de sus propietarios, pero el conjunto industrial está en ruinas que hay que consolidar. El Gobierno de Navarra ha firmado un protocolo de colaboración con la Junta General del Valle de Aezkoa para la elaboración de proyectos de obra, desarrollo de propuestas y estudio de viabilidad del conjunto”, avanza Álvarez. Está abierto a visitas.

ALBERTO GONZÁLEZ – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

Álvarez ha querido que su guía recoja todas las tipologías de patrimonio, mueble e inmueble: religioso, arqueológico, artístico, industrial, etnológico, militar. Y también natural, como la extensión de agua y verde que se despliega en la desembocadura del río Oka, corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, transformado en ría al llegar a Mundaka: aves migratorias, espectaculares marismas, playas, miradores naturales, islas, pueblos pesqueros, cuevas y mucha cultura se concentran aquí. Un espacio a orillas del golfo de Vizcaya bajo la protección de la Unesco desde 1984 que sufre una doble agresión: urbanística y de especies invasoras. Los peligros a los que está sometida se recogen en un listado que se puede consultar en la web urdaibai.org. Un centro de estudios ornitológicos y conservación del medio ambiente, el Urdaibai Bird Center, muestra la diversidad ornitológica de la zona a través de visitas guiadas.

11. Álvarez ha querido que su guía recoja todas las tipologías de patrimonio, mueble e inmueble: religioso, arqueológico, artístico, industrial, etnológico, militar. Y también natural, como la extensión de agua y verde que se despliega en la desembocadura del río Oka, corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, transformado en ría al llegar a Mundaka: aves migratorias, espectaculares marismas, playas, miradores naturales, islas, pueblos pesqueros, cuevas y mucha cultura se concentran aquí. Un espacio a orillas del golfo de Vizcaya bajo la protección de la Unesco desde 1984 que sufre una doble agresión: urbanística y de especies invasoras. Los peligros a los que está sometida se recogen en un listado que se puede consultar en la web urdaibai.org. Un centro de estudios ornitológicos y conservación del medio ambiente, el Urdaibai Bird Center, muestra la diversidad ornitológica de la zona a través de visitas guiadas.

ALAIN KITER – SHUTTERSTOCK (SHUTTERSTOCK)

Fuente: El País / Elena Sevillano.

Localizado un monumental castillo medieval entre la densa vegetación de un monte gallego

La fotografía láser desvela una extensión de 10 hectáreas y una muralla defensiva de 1,2 kilómetros, todo en peligro por la instalación de un parque eólico y una estación eléctrica

Fotografía láser del yacimiento de Castro Valente.
Fotografía láser del yacimiento de Castro Valente. UNIVERSIDAD DE SANTIAGO

En Galicia, los yacimientos arqueológicos de época prerromana suelen englobarse bajo la denominación de castro. Así se llama al poblado fortificado de la Edad del Hierro que se erige en un monte compartido por los municipios de Padrón (A Coruña) y A Estrada (Pontevedra). En concreto, Castro Valente. Sin embargo, los arqueólogos Mario Fernández-Pereiro y José Carlos Sánchez-Pardo, del grupo de investigación Síncrisis, de la Universidad de Santiago de Compostela, han demostrado en su estudio Buscando un castillo altomedieval entre la vegetación que, lejos de lo que podía parecer, el castro de Valente es en realidad una impresionante fortaleza altomedieval (siglos V al VII) que contaba con 30 torres, una muralla de 1,2 kilómetros y una extensión cercana a las 10 hectáreas. Sus torreones, según las primeras investigaciones, estaban cubiertos por tejados, a semejanza de los de la muralla romana de Lugo (2,2 kilómetros de longitud), que es Patrimonio de la Humanidad desde 2000.

Pero los restos de este castillo, con muros de hasta cuatro metros de anchura, han sido fuertemente dañados por repoblaciones forestales y la apertura de cortafuegos. Además, está amenazado por otras dos gravísimas afecciones: “Por una parte”, denuncian los expertos, “recientemente fue solicitada la colocación de cuatro aerogeneradores y una subestación en las laderas noroeste y sur del monte donde se emplaza el yacimiento. Por otro lado, el Proyecto de ejecución de la línea aérea de transporte de energía eléctrica a 220 kW doble circuito, Lousame-Tibo prevé la colocación de seis torres en las laderas noroeste, oeste y sur del monte del Castro Valente. Además, la erosión natural, unida al reaprovechamiento histórico de los materiales de construcción y a la actual falta de cuidados intensivos por parte de las administraciones y de la comunidad local, también afectan gravemente la conservación del yacimiento arqueológico”.

Lo primero que llamó la atención a los expertos es que en la comarca se conociese el monte donde se ubica el yacimiento como A Cerca (La cerca), lo que ya indicaba la posible “monumentalidad del sistema defensivo y, por otra parte, que la existencia de este recinto no había pasado desapercibida a las comunidades campesinas circundantes”. Todo ello, a pesar de que no existían documentos de la Edad Media ni de la Moderna que atestiguase su existencia. De hecho, no será hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando “comience a aparecer las primeras menciones escritas que hacen referencia a Castro Valente” en libros y periódicos, pero siempre refiriéndose a él como una estructura de la Edad del Hierro (entre 1500 y 500 años a. C).

No fue hasta 1865 cuando el arqueólogo e historiador Manuel Murguía, en su Historia de Galicia, lo describió cómo en “buen estado de conservación”. “Como a una legua al nordeste de Iria [Padrón] hay un formidable castro, el Castro Valente, que aún conserva parte de la muralla que lo rodeaba”, dejó escrito. En 1913, el semanario El barbero municipal volvió a mencionarlo y detalló “los accesos, el control visual y el sistema defensivo”. El castillo, como castro, está catalogado por el Servicio de Arqueología de la Xunta de Galicia. Pero poco más.

Lienzo del muro del castillo al noreste del yacimiento.
Lienzo del muro del castillo al noreste del yacimiento. UNIVERSIDAD DE SANTIAGO

El monte del Castro Valente se alza sobre un otero de 395 metros de altura. A pesar de no ser el más alto de la zona es muy reconocible porque es una loma solitaria sin ninguna elevación próxima. El río Ulla abraza su cara norte. La cumbre es llana y recuerda la forma de un riñón. Los expertos están convencidos de que fue allanada para levantar la fortaleza.

El recinto ocupa unas 10 hectáreas, según los resultados de un vuelo LiDAR ―fotografía láser efectuada con un dron―, donde se distinguen “perfectamente la extensión y la muralla”, a pesar de estar todo recubiertos de una escasísima vegetación. Las prospecciones sobre el terreno han determinado que la muralla fue construida con un doble muro de mampostería y su interior rellenado con tierra y pedregullo, formando así un muro con una anchura que varía entre los 2,5 y cuatro metros. Esta defensa monumental que rodea el yacimiento tiene 1.200 metros de longitud y estuvo coronada por 30 cubos o torres. En la inspección superficial realizada por los expertos, estos han localizado con total seguridad seis, incluso una séptima que fue destruida al abrir un cortafuegos y de la que apenas queda nada.

Los arqueólogos se quejan de que el estado de conservación y la densa vegetación —pinos y acacias— dificulta mucho la identificación de las estructuras, “siendo solo posible localizar y documentar in situ el que es el acceso principal del lugar y que se encuentra en el sector sudoeste del asentamiento fortificado”. Otros dos accesos, de menor relevancia, se ubican en lugares opuestos en el recinto. El primero, localizado gracias a teledetección aérea, al norte. El segundo parece estar ubicado al sudeste, en una zona muy afectada por una pista cortafuegos, e identificable por la existencia de una posible torre que defendería este acceso.

En el espacio interior del recinto, los expertos creen haber localizado la “posible existencia de construcciones con materiales perecederos y piedra. En las cercanías del yacimiento, existen varias fuentes de agua importantes, siendo la más próxima la conocida como Fonte do Santo o de San Xoán, situada en el área sur. Asociada a esta fuente aparece una piedra tallada con una inscripción relacionada con una antigua capilla. “Una ermita en lo alto del monte con la advocación de San Juan de Castro Valente, donde dicen había en años gran devoción y concurso de gente”, la describió en el siglo XIX Manuel Murguía. Esta capilla fue trasladada, en fecha desconocida, al pie del monte de la ladera sur.

Durante la prospección del yacimiento, se encontraron evidencias de ladrillos y tejas de tradición romana, así como fragmentos informes y de reducido tamaño de cerámicas de pasta roja. Todo este material ha aparecido fragmentado y en niveles superficiales, sobre todo en la zona de destrucción de las pistas cortafuegos.

En total, se han realizado tres sondeos arqueológicos en la zona noroeste: dos en la muralla y un tercero en el interior del recinto (unos 29 metros cuadrados). “Los resultados obtenidos permitieron documentar la técnica constructiva del sistema defensivo y localizar una posible estructura muraria perteneciente a un edificio intramuros. En el sondeo efectuado en uno de los cubos [torres] se registró una gran cantidad de fragmentos de tégula [tejas], lo que nos hace pensar en que este cubo podría estar cubierto por estas piezas de tradición romana”, señala el informe.

Piedra tallada situada en la Fonte de San Xoán y que pertenecía a la ermita del yacimiento de Castro Valente.
Piedra tallada situada en la Fonte de San Xoán y que pertenecía a la ermita del yacimiento de Castro Valente. UNIVERSIDAD DE SANTIAGO

A pesar de la brevedad de la excavación arqueológica, se han obtenido “muchos datos de interés”, entre ellos el poder determinar “la tipología y técnica constructiva del sistema defensivo del recinto amurallado”, que se conserva “en muy buenas condiciones en la zona noroeste del yacimiento, alcanzando un ancho de tres metros y una elevación conservada próxima a los dos”. Y añaden: “Este tipo de estructuras anexas a la muralla es un rara avis en las fortificaciones del noroeste peninsular, a excepción de algunas como las documentadas en el Castro Ventosa [Cacabelos, León] o las murallas de Lugo”.

Los fragmentos de tejas hallados “podrían indicar que estos cubos podrían estar cubiertos por un tejado, de forma similar a lo indicado para la muralla de Lugo [siglo III], por ejemplo”. De todas formas, no se puede afirmar que exista una relación cronológica entre ambas edificaciones, por lo que será necesario “recoger muestras para la realización de dataciones absolutas de este imponente sistema defensivo, lo que permitiría resolver parte de las hipótesis y cuestiones sin resolver aquí planteadas”.

En la parte intramuros del yacimiento también se ha identificado un lienzo de muro, que indicaría una edificación de piedra interior, aunque “no fue posible clarificar su funcionalidad ni las características de la estructura a la que pertenece, pero, por lo menos, permite conocer la existencia de estructuras pétreas intramuros”. Por último, se ha hallado material mueble de “escasa cantidad y calidad, que podría indicar un momento próximo al final del Imperio Romano hasta mediados de la Alta Edad Media (siglos V-VII)”, ya en época sueva. “Son solo los primeros y estimulantes pasos para determinar la auténtica naturaleza de este singular recinto fortificado”, concluye el informe.

Fuente: El País/Vicente G.Olaya.

300 armas de la Orden de Santiago, un templo y una traición al rey

Los expertos hallan en Montiel, Ciudad Real, un depósito con numeroso armamento del siglo XIV y el lugar donde fue asesinado Pedro I el Cruel

Vista aérea del castillo de la Estrella, en Montiel (Ciudad Real).
Vista aérea del castillo de la Estrella, en Montiel (Ciudad Real).UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

La historia es conocida, pero faltaban los detalles. La llamada Guerra de los Cien años —un conflicto entre los reinos de Inglaterra y Francia que abarcó de 1337 a 1453― se trasladó a la Península en forma de un enfrentamiento bélico entre dos hermanastros, Enrique de Trastámara y Pedro I el Cruel, ambos hijos de Alfonso XI, rey de Castilla. Los dos vástagos batallaron con sus huestes a los pies del castillo de La Estrella, en Montiel (Ciudad Real). Pedro se había atrincherado en la fortaleza, pero fue engañado para salir de ella y asesinado por su hermano gracias a que el condestable francés Beltrán du Guesclin le agarró por la espalda, momento que aprovechó el Trastámara para asestarle una puñalada mortal. “Ni pongo ni quito rey, pero ayudo a mi señor”, se dice que se justificó el francés ante el magnicidio. Con todos estos elementos, el pasado 31 de octubre finalizaron los trabajos de investigación del proyecto Arqueología de la batalla y asedio de Montiel (III): Excavación, prospección y estudio poliorcético en el castillo de La Estrella. Es un “hallazgo excepcional”, sostienen sus redactores, los arqueólogos Jesús Molero GarcíaDavid Gallego Valle y Cristina Peña Ruiz, cuando se refieren a las 300 piezas de metal correspondientes a armas encontradas en una estancia de la fortaleza, propiedad de los monjes guerreros de la Orden de Santiago, además de la estructura de un templo, la localización exacta de los lugares de la batalla fratricida y hasta el campamento al que el rey Pedro fue conducido mediante engaño para su asesinato.

Los trabajos arqueológicos en el yacimiento se iniciaron en 2012 y el proyecto de investigación de este año está financiado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Montiel, la fundación Castillo de la Estrella y la Universidad de Castilla-La Mancha, y tenía un doble fin: la localización de los restos arqueológicos de la batalla, acaecida en 1369, y la excavación del castillo donde se refugió Pedro I. En su interior, los arqueólogos han exhumado en esta última campaña algo fuera de lo común. Se trata de un espacio, posiblemente una herrería o un almacén, donde se ha descubierto un conjunto de elementos metálicos fechados en su mayoría en el siglo XIV.

Fragmentos de coraza o brigantina de un guerrero del siglo XIV encontrada en el castillo de Montiel.
Fragmentos de coraza o brigantina de un guerrero del siglo XIV encontrada en el castillo de Montiel. UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

Hasta el momento se han inventariado más de 300 piezas de hierro, plomo, bronce, sobredorados y latón que corresponden a espadas, cuchillos, abrojos de hierro, puntas de lanza, fragmentos de cotas de mallas, brigantinas, una placa perforada para ensayos de tiro de ballesta, arreos de caballerías, pinjantes, hebillas, aros, alfileres, dedales, pulseras, una contera nazarí y un sello de bronce dorado con una leyenda alusiva a la jurisdicción sobre el antiguo término de Mentesa Oretana y que debía colgar de algún documento medieval hoy perdido. Todo el material se trasladará en breve al Museo Provincial de Ciudad Real para su catalogación.

Igualmente, se ha hallado la estructura de un templo de la Orden de Santiago construido en la segunda mitad del siglo XIII para dar servicio a “freires caballeros, sergents y el personal auxiliar”, según los textos de la época. Se construyó con planta rectangular de 30 metros de longitud y 8 de ancho, fue levantado en mampostería y sillería con cubiertas de bóveda de ladrillo y contaba con una sacristía en la torre. Estaba precedido de un pórtico tripartito del que se conserva tanto el acceso columnado de la entrada como un enlosado que antecede a un amplio banco corrido.

Piezas de bronce con motivos heráldicos halladas en Montiel.
Piezas de bronce con motivos heráldicos halladas en Montiel.UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

Los arqueólogos han conseguido también acotar por primera vez los dos grandes escenarios de la batalla y rescatar numeroso armamento empleado, como puntas de flecha, defensas o herrajes de los caballos. “El primer encontronazo, sorpresivo y efímero entre la vanguardia del ejército enriqueño y unos observadores avanzados del bando de Pedro I, se produjo en la vaguada del río Jabalón, aunque el campo de batalla propiamente dicho estuvo en las inmediaciones de la actual Montiel. Posteriormente, Enrique II ubicó su real o campamento para el asedio muy cerca de la fortaleza de La Estrella. Fue allí donde asesinó a su hermanastro”, indica Jesús Molero García, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Impacto de flechas de ballesta en una plancha metálica hallada en el castillo de La Estrella.
Impacto de flechas de ballesta en una plancha metálica hallada en el castillo de La Estrella.UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

En la lucha intervinieron ejércitos de Navarra, Aragón, Portugal y Granada, además de caballeros de las órdenes de Santiago y Calatrava y fuerzas inglesas, francesas y mercenarios italianos que tomaban parte por uno u otro bando.

David Gallego, codirector de las excavaciones, asegura que la investigación ha permitido “delimitar este primer encuentro bélico entre ambos contendientes en un espacio en el entorno del vado del río”. Y añade: “El registro de la prospección de las parcelas ha documentado cuatro tipos de elementos relacionados con el hecho de armas. Así se han recuperado flechas o virotes (flechas de ballesta) de hierro, además de una hoja de espada, pero también herraduras y clavos de herraje de la Edad Media”. En el lugar, también se ha hallado una moneda del reinado de Alfonso X, una plaquita de bronce dorado con remaches que contiene la representación de un león que mira a la izquierda, de los siglos XIII o XIV, además de campanillas, alfileres o clavos claramente relacionados con los bagajes y la indumentaria de los ejércitos.

Iglesia de Santiago exhumada en el interior del castillo de Montiel.
Iglesia de Santiago exhumada en el interior del castillo de Montiel. UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

Para el enfrentamiento decisivo con su hermano, Pedro I reunió sus tropas en el paraje Llano de la Fuente, al oeste de la actual población, y que entonces era un lugar de pequeños terrenos agrícolas y casas de labor. De esa batalla, los arqueólogos han encontrado virotes de hierro de las tropas de El Cruel y armas blancas, como cuchillos o espadas cortas, dagas, hebillas, piezas de bronce heráldicas de Castilla y León, de la Orden de Calatrava y flores de lis.

Punta de lanza hallada en el castillo de Montiel.
Punta de lanza hallada en el castillo de Montiel. UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

Pedro I perdió la batalla y se refugió en el castillo. Su hermanastro cerró entonces todas las vías de escape con cuerpos de guardia y levantó un campamento próximo, que también ha sido detectado. Para localizarlo, los expertos tuvieron en cuenta que debía tener el control visual de la fortaleza y de la villa de Montiel, por lo que por orografía solo podía estar al sudeste o al sudoeste del castillo. También debía disponer de puntos para la aguada, como fuentes o cauces. Al prospectar una loma que reunía estas condiciones, se hallaron más armas blancas, una pieza de cota de placas, una brigantina y otros materiales arqueológicos. Fue allí precisamente donde se le dio muerte a Pedro I a traición, quizás con un arma muy parecida a alguna de las encontradas en el interior del castillo.

Fuente : El País / Vicente G. Olaya .

Jugando a los dados mientras esperas la muerte

La excavación del castillo gerundense de Montsoriu devuelve a la luz los juegos de mesa y las monedas de los soldados que lo defendían del rey de Aragón en el siglo XIV

 

Vista aérea del castillo gerundense de Montsoriu. RICARD VAQUÉ / CONSELL COMARCAL DE LA SELVA

En 1367, las tropas del rey aragonés Pedro IV —unos 1.200 hombres— pusieron cerco al castillo de Montsoriu (Arbúcies-Sant Feliu de Buixalleu, Girona). Pero la fortaleza, en manos del vizcondado de Cabrera, resistió la embestida militar y eso que el número de defensores era notablemente inferior. Un sistema de murallas concéntricas, la dificultad de acceso al cerro sobre el que se levanta y su excelente sistema de aprovisionamiento de agua —contaba con, al menos, cuatro grandes cisternas— lo hacían inexpugnable. Ahora, las excavaciones arqueológicas que lleva a cabo el Museo Etnológico del Montseny han sacado a la luz 33 monedas acuñadas entre 1291 y la primera mitad del siglo XIV —reinados de Jaime II, Alfonso IV y Pedro IV de Aragón— además de armas y fichas de juegos de mesa, incluidos dados. El material coincide en el tiempo con el fallido ataque.

“El conjunto de piezas lo hemos hallado”, explica Joaquim Mateu, arqueólogo del museo gerundense, “en las excavaciones de la torre que se han llevado a cabo en las últimas semanas. Las monedas no estaban todas agrupadas, sino distribuidas por el suelo, junto con las armas o los juegos”. Para Jordi Tura, director del museo etnológico, se trata, por tanto, de una “gran sorpresa” que evidencia el equipamiento del que disponía la guarnición del castillo.

Los trabajos de la docena de arqueólogos que han intervenido en la última campaña —en la que ha cooperado también el Museo de Arqueología de Cataluña, el Ayuntamiento de Arbúcies y el Patronato del Castillo de Montsoriu— se han centrado tanto en la citada torre rectangular como en el foso perimetral de cuatro metros de ancho que la rodea.

“Posiblemente sea el arsenal de la guarnición. Hay objetos extraordinarios, como los ganchos para tensar las ballestas, la nuez [un hueso labrado que forma parte del mecanismo y hace de propulsor], más de 40 proyectiles, tres empuñaduras de daga, puntas de lanza, cuchillos, luces de aceite, dedales, dados, fichas de juego, recipientes cerámicos…”, enumera Tura. Las monedas encontradas proceden todas de cecas catalanas, valencianas y aragonesas y fueron fabricadas en plata y cobre.

Cuatro de las monedas y un dado hallados en el castillo de Montsoriu. MUSEU ETNOLÒGIC DEL MONTSENY

El cronista Bernat Desclot escribió a finales del siglo XIII que el castillo de doble muralla de Montsoriu era uno de los “más bellos y nobles del mundo”. Sin embargo, un terremoto a mediados del XV y numerosos conflictos bélicos lo fueron degradando. Fue protagonista en las guerras civiles catalanas (1462-1472), ocupado por los tercios en 1653, por las tropas napoleónicas en 1808 y por las carlistas en 1833. “Digamos que estaba en primera línea antes de Barcelona”, explica Mateu.

Su degradación —se convirtió en un lugar de reunión de los excursionistas y curiosos de la comarca a finales del XIX— llegó hasta 1993, cuando comenzó su definitiva restauración —ahora es visitable— y comenzaron las sorpresas arqueológicas.

En 2007, se hallaron 400 piezas que formaban parte de un ajuar del siglo XVI, que incluía objetos de lujo, como copas de vidrio, cuentas de coral, jarras, platos, escudillas y hasta dos flautas dulces muy populares en el Renacimiento. Y ahora se han exhumado las monedas y los dados de los soldados del vizcondado, que se entretenían mientras esperaba el siguiente ataque del rey de Aragón.

Fuente : EL PAÍS / VICENTE G. OLAYA .

Así muere un castillo en España

Un estudio de la Universidad de Córdoba describe la vida y el final de una gran fortaleza medieval en el municipio de Montemayor

Ruinas del castillo de Dos Hermanas, en Montemayor (Córdoba)UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

Montemayor es un municipio de la campiña cordobesa de unos 4.000 habitantes. A diferencia de otros semejantes, no tiene un castillo, sino dos: uno perfectamente conservado (castillo de Montemayor o Ducal de Frías) en el centro del casco urbano y otro en ruinas a las afueras (fortaleza de Dos Hermanas). Siempre se ha pensado que el segundo –de tiempos de los árabes- fue desmontado para levantar el primero y señorial, erigido en 1340. Ahora, el reciente estudio Primeros resultados de la excavación del castillo medieval de Dos Hermanas, redactado por el profesor de Historia Medieval de la Universidad de Córdoba, Javier López Rider, el arqueólogo Santiago Rodero Pérez y el arquitecto José Manuel Reyes Alcalá, ha conseguido desmontar y aclarar esta errónea creencia, además de explicar cómo muere un castillo en España.

Cuando un castillo de esta naturaleza deja de tener su función militar, su destino es el absoluto abandono ante la falta de una población que lo mantenga. Esto causó la muerte de muchos de estos gigantes de la arquitectura defensiva medieval. De este modo, “igual que los asentamientos actuales se despueblan y mueren por falta de gente, a los castillos y su poblamiento circundante les ocurría lo mismo en la Edad Media. Perdían su función y con el paso de los siglos desaparecían”, explica el profesor López Rider.

Unos 2.500 años antes de nuestra era, diversos grupos humanos eligieron un altozano próximo al arroyo de la Carchena para asentarse. La feracidad de las tierras permitió que entre el Neolítico y la Edad del Bronce la población creciese, hasta que las tribus íberas tomaron su relevo. Con la conquista romana de la Península, el asentamiento terminó convirtiéndose en un punto de control del territorio, que dominaba la vía que unía Montilla y Ategua.

Por eso, los arqueólogos han hallado muros, calles pavimentadas de gravas y guijarros, un pozo y diversa cerámica de la época. “Las huellas romanas localizadas nos hablan de la presencia de una ocupación de carácter agropecuario. Probablemente se trate de un asentamiento rural, cuyas estructuras estarían en relación con la parte frumentaria de una villacuya pars rústica [zona destinada a los trabajadores] se encontraría en este punto del otero. Esto nos permite verificar la existencia en las cercanías de una posible villa romana”, indica el mencionado estudio.

Los árabes fueron los primeros en levantar una construcción fortificada en la zona. El ḥīṣn islámico (castillo que dominaba una amplia zona territorial) fue construido por los almorávides, aunque alargó su existencia durante el periodo almohade, entre los siglos XII y XIII. De hecho, se han hallado durante las excavaciones decoraciones almorávides de trazos digitales de azul manganeso y un lienzo de muralla de casi 15 metros de longitud. Delante de esta, y a unos dos metros, un antemuro defensivo de tapia y mampostería. Los almorávides, cuyo máximo dominio se extendió desde el sur de la Península hasta Zaragoza en el siglo XII, fueron levantando fortines en sus tierras para controlar vías, arroyos y pasos principales, como es el caso de Dos Hermanas. Esta zona fue una de las más conflictivas con los cristianos, que formaban ya una pinza desde Calatrava la Vieja (Ciudad Real), el valle del Guadalquivir y hasta Badajoz.

En el siglo XIV, las huestes de Fernán Núñez de Témez tomaron el castillo, lo reforzaron y lo ampliaron. Según recoge la publicación, “se produce en esta etapa una gran actividad constructiva engrandeciendo y reforzando las torres”. “En época bajo medieval, la fortaleza alcanzó unas dimensiones considerables, integrando en sus muros y en su interior las estructuras de épocas preexistentes. Se superó la cerca original y se conformó un recinto fortificado con tres líneas defensivas por su vertiente sur y oeste y una torre albarrana que flanqueaba un posible acceso en recodo”.

Se construyó también un patio de armas central, rodeado de altas murallas, y se levantó “una albacara o espacio de acogida para los aldeanos en caso de peligros exógenos”. La puerta de acceso a la fortificación alcanzó los tres metros de altura. La primera línea defensiva, de gran porte, tenía 0,60 metros de anchura. La interior era más alta incluso y el grosor de sus muros alcanzó los 1,05 metros. Cada 15 metros, habría una torre defensiva. Y en la parte sureste del castillo, se erigió la del Homenaje, con una planta de más de seis metros por cada lado, unida, a su vez, por un muro a otra torre. En el interior de la fortificación, y adosadas a sus potentes murallas, se construyeron habitaciones, talleres para diversos oficios, almacenes, un aljibe o cuadras.

No solamente se está descubriendo lo que significó este castillo en la historia medieval, sino que se puede reinterpretar lo que se pensaba que era una realidad incuestionable. En teoría, con la construcción de Montemayor, en el siglo XIV, se desmonta la gran fortaleza de Dos Hermanas para aprovechar sus piedras. Pero las excavaciones han demostrado que ese hecho no es cierto, ya que se ha hallado cerámica de Manises (cuencos, escudillas de loza y vidrios verdes con asas decoradas) que demuestran la ocupación de la fortificación de Dos Hermanas hasta el siglo XVI, momento en que se convierte en un cortijo, con “predio agrario de éxito».

Los muros comienzan a utilizarse en el XVII como cantera para cercar las zonas de pasto de la ganadería caprina. “Se confirma así el abandono, saqueo y desmonte de parte de las estructuras y la progresiva colmatación por tierras posteriormente cubiertas por manto boscoso”.

Lo que está claro es que llegado el siglo XVI, Dos Hermanas llegó a su fin, murió. Ahora el Grupo de Investigación Meridies y el Ayuntamiento de Montemayor intentan resucitar esta espléndida fortaleza para que la sociedad pueda conocerla, “porque los castillos como los pueblos también se mueren y hay que evitar que queden en el olvido porque formaron parte de la vida de nuestros antepasados y fueron protagonistas de aquellos siglos”, concluye López Rider.

Fuente : EL PAÍS / VICENTE G. OLAYA .

 

El castillo soriano que enseñó a los cruzados a resistir en Jerusalén

Finaliza la restauración de la fortaleza de Osma, que disponía de un sistema defensivo que permitía a una pequeña guarnición rechazar enormes ejércitos.

Castillo de Osma, en Soria, tras su restauración. Fernando Cobos

Abderramán III necesitaba tomar aquel castillo estratégico de la frontera del Duero. En el 934, se presentó al pie de la fortaleza de Osma con un poderoso ejército compuesto por varios miles de arqueros y máquinas de guerra. Frente a él, agazapados en una fortaleza erigida sobre un peñasco con pendientes que superaban los 45 grados, el rey Ramiro II de León y sus condes con tropas claramente inferiores, medio centenar frente a casi tres mil. Pero tenían un arma secreta: un sistema defensivo compuesto por saeteras desconocido hasta entonces en Europa y que les llevó a la victoria. Las crónicas cristianas señalan que los musulmanes no se atrevieron a escalar aquellos riscos. Por su parte, las fuentes islámicas sostienen que lo que en realidad ocurrió fue que los cristianos no osaron bajar.

El castillo de Osma (Soria), abandonado desde el siglo XIV, ha vuelto ahora a la vida después de más de diez años de estudios y de una restauración financiada por el Ministerio de Cultura. La investigación de la fortaleza –encabezada por Fernando Cobos, doctor arquitecto y experto internacional en patrimonio, y Manuel Retuerce, arqueólogo de la Universidad Complutense– ha destapado, entre otras cuestiones, la tecnología empleada por los reducidos defensores para rechazar las gigantescas acometidas musulmanas: las saeteras inclinadas, tecnología que los sorianos trasladaron a los cruzados para su guerra en Tierra Santa.

Las primeras noticias del castillo de Osma son del año 910, cuando se erige –sobre un asentamiento de la Edad del Bronce- en un pico de la inestable frontera que dividía el Reino de León del califato. Pocos años después de su construcción fue arrasado por los ejércitos de al-Ándalus. Decidido a convertirlo en la pieza clave de la frontera, Ramiro II lo refuerza para que pueda resistir a las tropas califales, que terminarían tomando y reconstruyendo en los años siguientes la cercana fortaleza de Gormaz, que se convertiría en su base de operaciones y de asedio contra Osma. Hasta levantaron varias torres de vigilancia en las proximidades para controlar cualquier movimiento cristiano en Osma.

Saetera con inclinación del castillo de Osma. Fernando Cobos

Entre el 934 y el 989 Osma es ya la principal línea de resistencia del Reino de León en la frontera del Duero. Pero en el 989 Almanzor consiguió tomarlo y lo reformó. En el 1011 los cristianos lo recuperaron. Tres años después, los cristianos tomaron Medinaceli, a unos ochenta kilómetros al sureste, por lo que Osma perdió su importancia estratégica. En el siglo XIV se allanó su interior tapando las singulares saeteras para crear nuevos espacios habitables. En el XVIII sus mejores sillares –muchos de procedencia romana, ya que en las cercanías se erigía la ciudad romana de Uxama– se transportaron para levantar la catedral del Burgo de Osma. En 2005 se iniciaron los trabajos de restauración.

El castillo de Osma rebosa enigmas históricos y arqueológicos. Uno son sus saeteras, que se situaban al pie de sus muros, no en las partes altas de las murallas, como es lo habitual. La ubicación inferior de estas aberturas se debe a que las almenas solían ser barridas por las máquinas de guerra musulmanas, por lo que las bases de los muros eran los lugares más seguros para la defensa.

Las saeteras de Osma son una apertura mucho más estrecha de lo normal para evitar que las flechas enemigas se introduzcan, pero disponen de un pequeño conducto en su parte inferior por donde sale el dardo del defensor. Su inclinación, en el caso del castillo de Osma, variaba, según el lugar de la fortaleza donde se abriesen: más inclinación del terreno, más inclinación de la saetera, lo que permitía apuntar directamente a las tropas enemigas y mantenerse a salvo, una especie de tiro al plato. «En esta época, no existe en ningún lugar de Europa este tipo de defensa. Solo se ha hallado en algunos castillos cruzados en Tierra Santa construidos años después. Su aparición en Tierra Santa para defenderse de ejércitos superiores pudo ser debida a Pedro González de Lara, que era hijo del teniente real [máximo responsable] del castillo y que viajó a Jerusalén como escolta de la mujer del conde de Tolosa” o de su hermano Rodrigo González de Lara que construyó un castillo en Tierra Santa para donárselo a los caballeros templarios”, señala Cobos.

Alejado ya de la frontera bélica, sufrió una fuerte modificación a finales del siglo XIII y la primera mitad del XIV para adaptarlo a las necesidades del momento. En su interior se levantaron zonas de acuartelamiento con barracones y letrinas y más tarde unas dependencias episcopales.

La fortaleza de Osma estuvo a punto de desaparecer en el siglo XVIII cuando los Ejércitos borbónicos lo barrenaron para evitar que fuera tomado por los partidarios de los Austrias. Felizmente, la idea se desechó al no llegar nunca a Osma estos últimos. El castillo será en breve visitable. “Las pronunciadas pendientes que lo salvaron en los asedios, siguen ahí, por lo que solo se puede visitar si se va provisto de buen calzado y te gustan las excursiones”, señala Cobos. “De todas formas, es un castillo roquero único, por lo que merece la pena verlo”, concluye el arquitecto.

Fuente : EL PAÍS / VICENTE G. OLAYA .