Camí de Sant Jaume a pie: etapa 1B, de Port de la Selva a Figueres (31/03/2021)

Cuando alrededor de 2010 la Generalitat se propuso señalizar el tronco central del Camí de Sant Jaume en Catalunya hasta Montserrat (ya que de Montserrat hacia poniente ya se había recuperado unos años antes), decidieron dos puntos de inicio. El primero, el Coll de Panissars, tenía la lógica histórica de haber sido utilizado como punto de entrada a la península desde tiempos inmemoriales como atestigua el paso de las vías romanas Domitia y Augusta. El segundo punto de partida elegido fue el Monasterio de Sant Pere de Rodes que en la Edad Media había sido uno de los centros de peregrinación mas importantes de la Península Ibérica.

El monasterio, sin embargo, está enclavado en lo alto de una montaña, la sierra de Rodes, por lo que lo habitual es empezar el camino ascendiendo desde alguno de los municipios cercanos, generalmente Port de la Selva o a veces Llança, un poco más lejos pero con la comodidad de ser accesible en tren.

Yo parto de Port de la Selva, adonde he llegado en autobús desde Figueres (línea 30 de Sarfa-Moventis). Desde el frente marítimo de esta localidad turística de casas blancas basta seguir el Camí de Ronda, el sendero litoral que une Port de la Selva con Llança, la siguiente población en dirección norte. No hay marcas del Camí de Sant Jaume pero si múltiples marcas de otros itinerarios que siguen la misma traza, entre ellos el GR-92, el sendero de gran recorrido que recorre toda la costa mediterránea desde Port Bou hasta Cádiz.

Port de la Selva va quedando atrás cuando, a aproximadamente 1,5 km del pueblo, veo la primera flecha amarilla pintada en las rocas. Seguimos por el Camí de Ronda hasta pasar la pequeña playa del Port de la Vall en la que hay un camping. Pasamos por delante del camping y justo al final del mismo giramos a la izquierda abandonando definitivamente el sendero litoral.

En ese punto en el que hay que dejar el Camí de Ronda aparece el primer poste oficial de madera con el símbolo de la vieira indicativo del Camí de Sant Jaume. Si en lugar de empezar en Port de la Selva hubiéramos empezado en Llança, habríamos llegado a este mismo punto pero viniendo desde la dirección contraria y con un recorrido un poco más largo: desde donde yo he empezado llevo andados unos 2 km y desde la estación de tren de Llança hay aproximadamente 5 km hasta aquí.

Desde aquí el recorrido ya está señalizado con flechas amarillas. Reseguimos la valla lateral del camping hasta la carretera, la cruzamos yendo unos metros a la izquierda y enfrente empieza un camino de tierra que indica La Vall de Santa Creu y Sant Pere de Rodes. Arriba, en la ladera de la sierra de Rodes, ya se ve el monasterio al que nos dirigimos.

La pista se convierte pronto en un sendero pedregoso que va ascendiendo siguiendo el curso de la riera de la Vall.

Y llego a La Vall de Santa Creu, bonito núcleo de unas 30 casas de piedra rodeado de viñas y olivos. A pocos kilómetros de las playas y los municipios turísticos de Llança y Port de la Selva aquí parece que el tiempo se haya detenido en otra época.

Pasado La Vall el sendero sigue ascendiendo entre viñas, ahora con más pendiente. El camino es precioso y las piedras desgastadas por todos los que han transitado antes por aquí parecen indicar claramente que lleva siendo empleado desde hace muchísimo tiempo. Uno puede fácilmente imaginar una hilera de mulas en la Edad Media subiendo mercancías para los monjes siguiendo el mismo sendero que pisamos nosotros 1000 años después…

El mar va quedando cada vez más abajo y pronto llego por fin a la altura del Monasterio. Paso junto a la Font dels Monjos (la fuente de los Monjes) y alcanzo la entrada principal del conjunto monumental. Sant Pere de Rodes es uno de los ejemplos más sofisticados de arquitectura románica en Cataluña. Tuvo su época de esplendor entre los siglos XI y XIV, siendo un centro importante de peregrinación, aunque posteriormente fue entrando en declive a causa de guerras y pandemias hasta ser abandonado por los monjes a finales del siglo XVIII. Tras un largo período de decadencia, expolio y derrumbamiento desde los años 90 del pasado siglo la Generalitat empezó la restauración y recuperación de la abadía hasta dejarla tal como la vemos hoy.

El camino de Santiago, una vez alcanzado Sant Pere de Rodes, continua hacia la ermita de Santa Helena, a apenas 700 metros. Yo, sin embargo, no quería proseguir sin por lo menos dar una vuelta completa al monasterio para apreciarlo desde todos los ángulos.

Pero aún no tengo suficiente y para obtener una imagen más completa de la abadía me desvío del Camí de Sant Jaume y empiezo a ascender por el sendero que conduce a la cima de Sant Salvador Saverdera, que con 670 m de altitud es la montaña más alta de la Sierra de Rodes y sobre la cual se alzan las ruinas del Castillo de Verdera. La idea inicial era subir lo mínimo suficiente para poder hacer una foto del conjunto de Sant Pere de Rodes pero al final he decidido que ya que estaba allí continuaría hasta la cumbre para tener una vista todavía mejor.

Así que subiendo y subiendo llego por fin al Castillo de Verdera desde donde no sólo se disfruta de una vista casi aérea del Monasterio de Sant Pere de Rodes sino que puede obtenerse una espectacular panorámica de 360 grados a la redonda.

La vista es impresionante en todas direcciones. Por un lado la gran llanura ampurdanesa, la zona casi plana que recorren los ríos Muga y Fluvià en sus últimos tramos antes de desembocar en el Golfo de Roses y que desde esta altura se muestra como un mosaico de campos sembrados en distintos tonos de verde salpicados por pequeñas poblaciones. En el extremo más alejado del Golfo de Roses se aprecia el macizo del Montgrí frente al cual, no visibles hoy por la niebla que cubre el mar, están las Islas Medes. Por el lado opuesto, la mole pétrea del Cap de Creus y toda la costa rocosa y abrupta del norte de la Costa Brava entre Cadaqués y Cervera, ya en Francia, un territorio conocido como La Mar d’Amunt, el mar de arriba, modelado por el viento y el agua.

Desde el castillo no es necesario volver al monasterio para retomar el Camí de Sant Jaume. Un sendero siguiendo la cresta de la montaña que poco después se convierte en una pista de tierra nos permite llegar hasta la Ermita de Santa Helena sin pasar de nuevo por Sant Pere de Rodes. Santa Helena es en realidad la iglesia del poblado de la Santa Creu, un pueblo surgido cerca del monasterio y donde residían los artesanos y comerciantes que atendían las necesidades de los monjes. Gracias a las peregrinaciones, entre los siglos XII y XIV el pueblo gozó de una gran prosperidad, hasta llegar a tener unos 250 habitantes. Pero igual que ocurrió con la abadía benedictina, las guerras, los saqueos y las epidemias, provocaron el abandono de Santa Creu. Lo único que hoy día permanece en pie es su iglesia, la Ermita de Santa Helena, y la ubicación es sencillamente espectacular.

Se dice que todo este conjunto de Sant Pere de Rodes permite contemplar en un mismo espacio los tres elementos que representan los puntales de la sociedad feudal: los que rezaban, en el monasterio; los que producían, en el poblado de Santa Creu, y los que luchaban, en el castillo.

Prosigo el camino, empezando a descender de la montaña, y a 1,5 km paso por el Mas Ventós, una enorme masía parcialmente en ruinas que hace de punto de información del Parque Natural del Cap de Creus, además de disponer de una zona de picnic y un espléndido mirador sobre el Golfo de Roses. El largo descenso continúa por un sendero que, tras pasar junto a una cruz blanca de piedra, me lleva a Pau, el primero de los pueblos de la llanura ampurdanesa que hemos de atravesar.

En Pau veo por primera vez una baldosa con una vieira incrustada en el pavimento de una calle, algo más elaborado que una simple flecha amarilla y que implica que el ayuntamiento se toma en serio el paso del Camino de Santiago por su término municipal, ¡bravo por el consistorio de Pau!

En cambio, no consigo encontrar ningún bar abierto en el pueblo, no se puede tener todo… Hace mucho calor, son casi las 13 h y desde que he salido de Port de la Selva no he pasado por ningún lugar donde comer o beber algo. Prosigo camino para recorrer los 2 o 3 kilómetros de pista agrícola entre viñedos y olivos que me separan del siguiente pueblo, a ver si hay suerte.

Y así llego a Vilajuïga, pueblo con una curiosa iglesia de fachada casi cuadrada, de donde pensaba que marcharía también sin encontrar ningún bar abierto hasta que justo a la salida de la población he encontrado uno donde por fin puedo comerme un bocadillo.

3 o 4 kilómetros por una pista agrícola cementada me llevan a Pedret, un núcleo de 4 casas, literalmente, alrededor de la enorme iglesia románica de Sant Esteve, del siglo XII. El terreno, tal como se adivinaba en las vistas aéreas desde la Sierra de Rodes unas horas antes, es prácticamente llano y casi todo el espacio disponible está aprovechado para la agricultura.

Tras Pedret se pasa por Marzà, otra tranquila población rural, y entre campos amarillos de colza ya se divisa en la distancia Peralada, hacia donde me dirijo.

Peralada es una antigua villa medieval muy conocida por su castillo, donde cada verano se celebra un importante festival de música. El castillo es privado pero podemos dar una vuelta por sus jardines, en los que abundan los nidos de cigüeña blanca. Después, por una de las antiguas puertas de las murallas entramos en la parte antigua de la ciudad.

La parte medieval es una pequeña maravilla que se recorre por estrechas callejuelas llenas de encanto. En una terraza de la plaza del Carme me siento a rehidratarme y reponer fuerzas.

En el centro de la parte antigua está el claustro románico de Sant Domènec, único resto que queda de un convento del siglo XI que hubo en este lugar.

Los 7 kilómetros que restan hasta Figueres siguen la misma tónica de combinar carreteras locales o pistas de tierra a través de zonas agrícolas. Sin nada demasiado remarcable nos vamos acercando a la ciudad. Poco antes de llegar se pasa por un último municipio, Vilabertran, desarrollado alrededor de un importante monasterio agustiniano fundado en 1069. Sorprendentemente, la señalización del Camí de Sant Jaume nos lleva por la parte moderna y anodina de la villa sin acercarnos a la parte antigua ni al monasterio, así que siguiendo las flechas amarillas he pasado de largo este monumento y he entrado en Figueres donde rápidamente llego a la Plaza del Ayuntamiento, punto final de la etapa de hoy y donde solo me queda celebrar el fin de la etapa con un refrescante helado.

Balance del día: 35,8 km con 855 m de desnivel positivo acumulado.

Tiempo en movimiento 6 h 17’ y tiempo total 8 h 39’

Puedes ver el track en Wikiloc aquí

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