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Los maravillosos delfines

....príncipes del mar

 

 

Salieron del mar para vivir en tierra firme, pero tras milenios de evolución regresaron a los océanos en donde finalmente se adaptaron con éxito al medio acuático.

Estos maravillosos mamíferos de sangre caliente, en su nostalgia por la tierra mantuvieron su atracción hacia los seres terrestres. Su inteligente y pacífica mirada no deja indiferente a todo aquel que pueda interaccionar con ellos; Los fascinantes delfines.

Numerosos son los relatos en los que los delfines salvan a náufragos y los protegen de escualos, remolcan a personas hasta la orilla o ayudan a los marineros a evitar escollos, bajíos y otros desastres marítimos. Son muchos los estudios que confirman su avanzada inteligencia y el uso de un lenguaje avanzado entre ellos,

así como una sorprendente empatía hacia nosotros. La mitología griega está plagada de leyenda en las que los delfines conviven con los hombres y cabalgan a sus lomos. Estas tradiciones presentan a nuestros amigos delfines como seres muy avanzados y con mayor capacidad de conexión con lo desconocido. Plutarco afirmaba que el ser humano tenía mucho que aprender de ellos, y en la antigua Grecia matar o maltratar a un delfín se castigaba con la pena de muerte.

 

La civilización Minoica decoraba sus templos con mosaicos de bellos delfines en relación con los humanos. En la antigua China, en pueblos de Asia o en la civilización etrusca, los delfines eran considerados como mensajeros de los dioses. En la India, cerca del sagrado río Ganges en donde viven los “susu”, delfines de agua dulce, existen tribus ascetas que sienten una verdadera devoción por ellos. Incluso los místicos aborígenes australianos los consideran un animal sagrado cuya relación con ellos ayuda a la iluminación. En sánscrito la palabra “Sansar” sirve tanto para definir al delfín como al océano.

 

 

 

Terapias con los delfines

 

El agua de mar es curativa, como ya descubriera el médico francés René Quinton hace más de 100 años, o como nos indicara el filosofo griego Platón en la antigüedad. Pero además se ha descubierto, hace pocos años, que los delfines producen un efecto curativo sobre los humanos, dando lugar a una llamada delfinoterapia, para la curación y rehabilitación de niños con problemas de autismo, síndrome de dawn, o adultos con problemas psíquicos; depresiones, ansiedades....

Los delfines que han crecido en libertad, y no los nacidos en delfinarios, parecen conectar con estas personas y establecer una relación personal con el enfermo, que produce en ellos profundos sentimientos de felicidad, alegría y positiva empatía.

Los delfines parecen ofrecer amor puro, sin miedos y con un total desinterés, cuya acción curativa deja desconcertado a los científicos que intentan racionalizar y mecanizar esta desconocida acción terapéutica. ¿Piensa que es una exageración? Pues continúe leyendo y verá....

 

 

Según la tradición china milenaria, si los delfines llegaran a desaparecer (por culpa de los pescadores y su actividad comercial, por nefastas tradiciones, o por culpa de la contaminación de los mares), entraríamos en la era oscura del “Kali-Yuga” chino. Por ello debemos evitar que el “chilinga” así llamado el “demonio blanco occidental” continúe perpetrando las continuadas matanzas sobre ellos.

 

Cientos de miles de ejemplares son acorralados, maltratados y asesinados por los pescadores al amparo de los intereses de estado y de las grandes empresas con únicamente intereses mercantilistas. Su ternura infinita e incomprendida es destruida por la sociedad moderna y, sin embargo, en muy raras ocasiones un cetáceo reacciona violentamente contra el ser humano, ni siquiera cuando son arponeados y acorralados hasta la muerte. Un delfín se dejará matar antes de intentar huir cuando están matando a sus hijos.

 

 

Los bárbaros asesinos Japoneses o los Daneses de las islas Faroe, hacen una "fiesta" sanguinaria en la que acosan y asesinan miles de ejemplares todos los años,  en una especie de ritual iniciático que corrompe la ética más elemental de sus jóvenes participantes. La ética del respeto por la vida.

 

 

Sólo se sabe de una orca que atacara a un surfista, posiblemente siendo confundido por una foca. Sin embargo en el cautiverio de los terribles y estrechos acuarios de agua clorada y artificialmente salada, contaminada y de escasa profundidad, en los que sólo se oye un continuo ruido bajo el agua debido a los sistemas de depuración, llegan a enloquecer y comportarse de forma peligrosa e imprevisible. El entrenamiento extenuante y psicológicamente agotador produjo hace unos años que una orca ejecutara a su entrenadora sumergiéndola durante 5 minutos hasta ahogarla. No la mordió, ni quiso comerla, sencillamente la ajustició.

 

 

Las explosiones sónicas que la industria petrolera infringe para detectar bolsas de crudo o de gas escondidas bajo los mares, son las responsables de las varadas masivas de todo tipo de cetáceos. Las petroleras contribuyen tristemente a la destrucción los mares...

 

 

Hace años, un comerciante de maderas de Canadá mató a una cría de orca y la manada siguió al barco durante meses empujando el casco con frecuencia, hasta que en una ocasión estos envites y la fuerza de las olas lograron hacer caer a parte de su tripulación al agua. La manada dio muerte exclusivamente al maderero asesino de la cría, respetando al resto de la tripulación en paz!

 

Pero lo cierto es que dejando de lado estas desafortunadas experiencias traumáticas cuyo último responsable es, sin duda, la inapropiada acción humana, son incontables las experiencias enriquecedoras y bellas de estos fantásticos seres del mar. En muchísimas ocasiones los delfines y otros cetáceos, además de regocijarse con nuestra presencia, nos salvan la vida. Nos rescatan en naufragios, o guían a los barcos evitando que encallen contra las rocas. Son numerosos los testimonios que relatan estos hechos.

 

 

 

 

Por ejemplo, hasta el año 1914 el delfín “Pelorus Jack” se dedicó durante más de 30 años a guiar todos los días a los barcos que atravesaban el peligroso estrecho de Malborough en la costa de Nueva Zelanda. Era tal su utilidad para los marinos que se llegó a aprobar una ley que lo protegía y sancionaba con fuertes multas a quien lo molestara. Cuando murió se erigió una estatua que actualmente puede ser visitada en el puerto.

 

 

 

También es bien conocido el salvamento de la joven Ivonne Vladislavich en el océano Índico, en las costas de Mozambique donde abundaban los tiburones. Una fuerte ola volcó su lancha que, al inundarse en su interior se fue a pique. Debido a las heridas sufridas en el percance la sangre fue atrayendo a numerosos tiburones que acechaban a Ivonne y la impedían nadar hacia la orilla. Súbitamente aparecieron dos delfines que la protegieron hasta que ella pudo subirse sobre un resto flotante del naufragio utilizándolo a modo de balsa salvavidas.

 

Inteligencia submarina

 

 

El famoso neurobiólogo norteamericano John Lilly estaba filmando una escena en donde se pretendía simular un salvamento. Un ayudante fingía ahogarse a cuya llamada acudió la marsopa Sissy que le empujó hasta la orilla mientras la escena era filmada desde otro barco. Pero en un error se estropeó el material filmado y decidieron repetir la escena, pero la nueva dramática interpretación fue tomada como un insulto por Sissy que se lió a aletazos en señal de protesta contra el embustero actor.

 

En cierta ocasión dos delfines jugaban con una anguila que zarandeaban alternativamente de un lado para otro hasta que el sufrido animalillo buscó refugio en una pequeña oquedad intentando esconderse de los "juguetones" cetáceos. Entonces el vivaracho delfín se fue a buscar un venenoso y llamativo pez del arrecife que empujó con su aleta hasta introducirlo dentro del escondite de la anguila. Ésta, atemorizada por la presencia del venenoso enemigo salió con urgencia del orificio en el que esperaba el travieso delfín para seguir con sus particulares juegos.

 

 

 

Los oficiales de la marina que entrenaban a las ballenas piloto para localizar minas submarinas relatan que mostraban un atento interés por aprender de los buzos marines. Y cuando algún buzo novato se equivocaba en las labores enseñadas por los instructores, las ballenas piloto manifestaban claros signos de irritación y mostraban su impaciencia y desacuerdos con cortos movimientos y agitaciones claramente comprensibles para los instructores humanos.

 

 

 

El cerebro de los cetáceos es muy parecido al de los primates y el de los seres humanos. Aunque el volumen cerebral de los cetáceos es aún mayor, su cortex tiene el mismo número de circunvalaciones y fisiológicamente tiene un enorme parecido con los nuestros humanos. La misma densidad neuronal por milímetro cúbico, mismo número de capas corticales, misma densidad sináptica…

 

Algunos experimentos han demostrado que los delfines se reconocen en un espejo e incluso en grabaciones de vídeo, así como a otros miembros de su familia o a sus propios entrenadores, no dejando lugar a dudas que son seres inteligentes, sensibles y conscientes. Una forma de inteligencia necesariamente diferente dada las diferentes evoluciones a lo largo de los miles de años de nuestras dos especies, pero tan importante y fundamental como la nuestra.

 

 

Quizás los delfines gocen de una conciencia expandida más allá del ego. Una inteligencia emocional que nos es desconocida. John Lilly que había trabajado durante años con delfines para la marina de los Estados Unidos pensaba que posiblemente los cetáceos se encontraran en el equivalente a un estado continuo de meditación. El doctor Lilly comprobó que sus delfines se esforzaban y conseguían hacer descender la frecuencia de sus emisiones sonoras en un intento de hacerse entender con los entrenadores, normalmente el sonar del delfín emite entre dos mil y ochenta mil hercios, pero estos defines bajaban y limitaban sus frecuencias de emisión dentro del rango de audición humano.

 

En un famoso experimento de comunicación, se logró enseñar a un delfín unas 30 palabras en inglés, que este incluso lograba repetir aunque con un tono suyo muy particular. El delfín salía a la superficie y modificaba su patrón de frecuencias para poderse hacer entender con sus cuidadores. Pero la mayor y enorme sorpresa ocurrió los biólogos marinos descubrieron que este delfín comenzó a enseñar estas palabras pronunciadas al resto de su manada. Mediante grabaciones nocturnas se descubrió que ¡el delfín impartía clases de inglés nocturnas al resto de los delfines del acuario!

 

 

Los sonidos de alta frecuencia que emiten los delfines, permite a estos cetáceos hacerse una imagen casi “fotográfica” de lo que tienen a su alrededor. Una imagen mucho más avanzada a los sonar de calidad casi fotográfica que generan por ejemplo los 'structure scan de Navico' y que funcionan según un principio parecido.

 

Esta “foto” tridimensional sonora forma parte de la comunicación que se transmiten entre ellos, incluso a muchas decenas de kilómetros de distancia. De esta manera pueden sintetizar por ejemplo la imagen de un barco o un tiburón y retransmitirlo al resto de su manada. Es como si enviaran una 'foto' por "'WhatsApp' al resto de la manada. A una profundidad variable de entre 600 metros y 1.200 metros se encuentra una termoclina llamada “canal sonoro de profundidad” que permite gracias a las reflexiones en los límites de esta capa, transmitir mensajes a grandes distancias, incluso a muchos cientos de kilómetros de distancia.

 

 

 

 

John Lilly estaba convencido que no existen otros seres con mayor capacidad de concentración, agudeza mental y conciencia del momento presente. Finalmente Lilly renunció a su trabajo en el gobierno USA y liberó a todos sus delfines, seres sensibles que no tienen ni voz ni voto para defenderse, ni abogados ni leyes que los protejan de la maldad del ser humano que sistemáticamente los masacra en actividades despiadadas. Como decía el gran sabio renacentista  Leonardo Da-Vinci, "seremos civilizados cuando demos a la muerte de un animal, la misma importancia que damos a la muerte de un ser humano".

 

 

 

Krishnamurti

 

El hombre ha matado millones de ballenas y cetáceos y aún los continua matando. Todo lo que obtenemos de estas matanzas puede ser obtenido por otros medios. Pero al parecer al hombre le encanta matar; al ciervo veloz, a la gacela maravillosa, al gran elefante…. Nos gusta matarnos, los unos a los otros. Esa matanza de seres humanos no ha cesado nunca a lo largo de la historia del hombre sobre la tierra.

Si pudiéramos, debemos establecer una profunda relación con la Madre Naturaleza; con los árboles, con los arbustos, con las flores, con la hierba, con las nubes de rápidos movimientos, entonces nunca mataríamos a otros seres humanos por ninguna razón en absoluto.     (Krishnamurti)

 

 

 

 

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      - Homo Delphinus

 


 

 

 

 

 

 

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